sábado, 21 de julio de 2012

Se vistió de azul porque era martes y los martes eran azules


Sigue caminando descalza, toma un vaso de agua y entonces piensa que es veinte de abril y sabe que será un día triste, que recordará a su último amante; que la dejó por una beca en Francia y se pregunta si también la hubiera dejado  si la beca hubiera sido para Brasil porque él detestaba Paris pero amaba la capoeira, sin embargo aun así se fue y ya no piensa más porque sabe que si sigue pensando llegará a la conclusión de que a cualquier lugar que lo mandaran se hubiera ido porque en realidad no la quería porque la usó todo ese tiempo y tuvo techo seguro… que  se acostaba con ella y le decía que la amaba con los ojos cerrados porque no podía mirarla porque pensaba en su esposa muerta; no ella no quería pensar todo eso, por eso solo se dijo ahogando sus pensamientos… ‘Paris es un buen lugar para sonreír y eso quería él’.

Y para no seguir pensando en porqué ese día se sentía irremediablemente sola se duchó y tocó su cuerpo como todos los días hacía y sintió placer pero placer dulce como cuando te amas a ti misma o sea un placer maravilloso que la apartaba de pensar, solo se quería tocar; terminó de ducharse y caminó descalza por el piso de su casa, que había limpiado solamente para sentir el frio en sus pies, ese frio que tanto había evitado; ‘el dolor es como el frio, es dulce a veces hasta que te quema’ pensó mientras caminaba hacia su guardarropa.

Se vistió de azul porque era martes y los martes eran azules para ella desde que tenía 15 años, porque su madre le dijo: el color perfecto es el martes y murió un día azul. Ella no quería recordar porque los martes eran azules aunque en el fondo lo sabía todo y ese todo le dolía.

Tenia ahí las medias azules que su madre le regaló y que se pondría ese día sin recordar aun su ausencia pero se las pondría solo por ser un día azul y porque para ella no tenía que haber una justificación para ponerse esas medias viejísimas de hace diez años ni para tener sexo por placer ni para abandonar todo en el momento menos indicado ni para escribir desde su angustia tampoco para gastar en banalidades las últimas monedas que le quedan para sobrevivir  hasta el 31  de Julio  y es que esas medias eran las más abrigadoras y ella se preparaba para sentir frio, mucho frio hasta el alma y se lo decía así misma masoquistamente: ‘sé que hoy será un día frio porque dentro de su cerebro el  frio era igual a dolor del alma’.

Pero prepararse no la ayudaba, hubiera deseado por el contrario desaparecer pero no con la ansiedad del suicida sino con el cansancio de quien ha vivido muchas vidas agitadas.

Y con esos 26 años cansados, voluptuosos y plagados de excesos sonreía… era el día de su cumpleaños.


"Las estadísticas dicen 92"
Obra de Teresa Serrano