Sigue caminando
descalza, toma un vaso de agua y entonces piensa que es veinte de abril y sabe
que será un día triste, que recordará a su último amante; que la dejó por una
beca en Francia y se pregunta si también la hubiera dejado si la beca hubiera sido para Brasil porque él
detestaba Paris pero amaba la capoeira, sin embargo aun así se fue y ya no
piensa más porque sabe que si sigue pensando llegará a la conclusión de que a
cualquier lugar que lo mandaran se hubiera ido porque en realidad no la quería
porque la usó todo ese tiempo y tuvo techo seguro… que se acostaba con ella y le decía que la amaba
con los ojos cerrados porque no podía mirarla porque pensaba en su esposa
muerta; no ella no quería pensar todo eso, por eso solo se dijo ahogando sus
pensamientos… ‘Paris es un buen lugar para sonreír y eso quería él’.
Y para no seguir
pensando en porqué ese día se sentía irremediablemente sola se duchó y tocó su
cuerpo como todos los días hacía y sintió placer pero placer dulce como cuando
te amas a ti misma o sea un placer maravilloso que la apartaba de pensar, solo
se quería tocar; terminó de ducharse y caminó descalza por el piso de su casa, que
había limpiado solamente para sentir el frio en sus pies, ese frio que tanto había
evitado; ‘el dolor es como el frio, es dulce a veces hasta que te quema’ pensó
mientras caminaba hacia su guardarropa.
Se vistió de
azul porque era martes y los martes eran azules para ella desde que tenía 15
años, porque su madre le dijo: el color perfecto es el martes y murió un día
azul. Ella no quería recordar porque los martes eran azules aunque en el fondo
lo sabía todo y ese todo le dolía.
Tenia ahí las
medias azules que su madre le regaló y que se pondría ese día sin recordar aun su
ausencia pero se las pondría solo por ser un día azul y porque para ella no
tenía que haber una justificación para ponerse esas medias viejísimas de hace diez
años ni para tener sexo por placer ni para abandonar todo en el momento menos
indicado ni para escribir desde su angustia tampoco para gastar en banalidades
las últimas monedas que le quedan para sobrevivir hasta el 31
de Julio y es que esas medias
eran las más abrigadoras y ella se preparaba para sentir frio, mucho frio hasta
el alma y se lo decía así misma masoquistamente: ‘sé que hoy será un día frio
porque dentro de su cerebro el frio era
igual a dolor del alma’.
Pero prepararse
no la ayudaba, hubiera deseado por el contrario desaparecer pero no con la
ansiedad del suicida sino con el cansancio de quien ha vivido muchas vidas agitadas.
Y con esos 26
años cansados, voluptuosos y plagados de excesos sonreía… era el día de su
cumpleaños.
"Las estadísticas dicen 92"
Obra de Teresa Serrano